27 enero 2006

Los científicos rastrean en aves de todo el planeta mutaciones del virus H5N1

Los virólogos del Hospital Saint Jude de Memphis (EE UU) han sacado muestras a cientos de patos, pollos, gaviotas y pájaros del litoral de América, Europa, Asia y Australia hasta leer 169 genomas completos y 2.196 genes sueltos del H5N1, en busca de las pautas evolutivas que pueden convertir a este virus aviar en una amenaza para la población humana. El estudio ha deparado dos sorpresas.

Los virus de la gripe evolucionan muy deprisa en la población humana debido a la fuerte presión de nuestro sofisticado sistema inmune. Los pájaros, que no tienen nada parecido, ejercen muy poca presión, y todo indicaba hasta ahora que los virus aviares son estables mientras no salten a un mamífero.

Pero los datos que el Saint Jude presenta hoy en Science demuestran que no es así. Por ejemplo, una nueva estirpe de H5N1 está en plena evolución en Norteamérica. Y no en las aves norteamericanas en general, sino sólo en las gaviotas norteamericanas. Más aún: los ocho genes de ese virus no son un surtido azaroso, sino una combinación exacta cuyos detalles revelan un preciso ensamblaje de finos ajustes: un insospechado código que, por ahora, los científicos no saben leer. Ésta es la primera sorpresa.

Los demás H5N1 del mundo son distintos, pero todos tienen su propio código combinatorio de finos ajustes. Los ocho genes del virus de la gripe están sueltos, y además mutan muy deprisa. Cuando el virus infecta a una célula y se reproduce, los miles de copias de sus genes se ensamblan en nuevas partículas, siempre en grupos de a ocho, en cualquier combinación imaginable. Pero ahora resulta que sólo una combinación prospera en cada especie de ave.

Claves de la mortalidad

Los investigadores también han descubierto una de las claves de la mortalidad del virus. Se trata de un segmento de 12 letras de uno de los ocho genes (el gen NS) que difiere ligeramente entre el virus de la gripe humana común y el de la gripe aviar.

Los virus que causaron las pandemias de 1957 y 1968, que se caracterizaron por una baja mortalidad, llevaban la primera versión. La segunda versión, sin embargo, es la que llevaba el virus de la célebre gripe española de 1918, que mató a 50 millones de personas, y se ha vuelto a confirmar en los brotes letales de H5N1 en Hong Kong (1997, 1999 y 2003) y en Vietnam y Tailandia (2003 y 2004).

La razón de que esas 12 letras sean tan mortales es muy curiosa. Mientras que el gen del virus humano es incapaz de entenderse con nuestra compleja maquinaria celular, el del virus aviar se acopla con ella como si se conocieran de toda la vida. Ésta es la segunda sorpresa.

La mayor preocupación sigue siendo que el H5N1 se adapte al ser humano, pero los científicos se están interesando cada vez más por la extraña dinámica que exhibe en las propias aves.

Fuente: El País


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